Ignorancia
En la cumbre de la ignorancia, la humanidad se desploma, en un abismo de apatía, donde la sabiduría se asoma. El ocio, rey de las masas, en su trono de ilusión, seduce con su canto, ahogando toda razón. La plebe celebra, en su festín de olvido, mientras el conocimiento es por el vicio vencido. La trivialidad se adora, la profundidad se desprecia, en el altar del entretenimiento, la cultura se desprecia. ¿Qué queda de la grandeza, del anhelo de trascender? Solo sombras de lo que fue, un deseo de no ser. La masa sigue ciega, en su danza macabra, ignorando el precipicio, que a sus pies se labra. Es un lamento por la luz que se extingue, por la llama de la curiosidad que ya no distingue. Un réquiem por el pensamiento, por la reflexión, que se pierde en la noche, sin dirección. Que este poema sea un grito, una herida abierta, que despierte las almas, que la conciencia alerta. Porque en la crudeza de la palabra, la verdad se revela, y en el espejo de la crítica, la ignorancia se desvela.