El Silencio de las Palabras
Casi le dije que es hermosa. Casi dejé que las palabras escaparan de mis labios, como aves libres en un cielo sin límites. Casi, porque el abismo entre el pensamiento y la acción es vasto, como un océano profundo que separa dos continentes. Te juro que estuve a punto de perder la amistad, la confianza, todo lo que construimos con risas y secretos compartidos. Pero, ¿sabes qué? Cuando eres adulto, comprendes que hay cosas más importantes que un beso robado en la penumbra de una noche. Podría decirte el día exacto en que mi corazón se entregó, como un guerrero rendido en el campo de batalla. La hora precisa en que mis sentimientos, escondidos dentro de un halago, se rebelaron contra la prudencia y la razón. El minuto en que mi propia Troya se regaló, sin muros ni defensas. Casi masacraron todo lo lindo que teníamos. Casi, porque aún queda belleza en los escombros, en las cenizas de lo que pudo ser y no fue. Las palabras no dichas, los gestos contenidos, las promesas no formuladas… todo eso se convierte en un silencio profundo, un eco que resuena en el alma. Así que aquí estoy, escribiendo estas líneas. No para ti, sino para mí. Porque a veces, las palabras no necesitan ser pronunciadas para existir. A veces, el silencio es la única forma de preservar lo que realmente importa.