Cicatrices de Fortaleza
En el crisol de la existencia, donde el dolor forja almas, donde las grietas del ser se llenan de historias, se revela una verdad luminosa, firme entre las calmas: 'Vale más quien ha sido quebrantado, que aquel que nunca estuvo roto'. El espíritu, desgarrado y fragmentado, se enfrenta a la tormenta, al abismo, a la noche más oscura. Sin embargo, en su lucha despierta una fuerza que alimenta, la esperanza, la certeza de una futura curación. Quien nunca ha caído desconoce su propia fortaleza, no ha sentido la urgencia de sanar sus propias heridas. Pero quien ha sido vencido y se levanta con destreza, sabe que cada cicatriz es una batalla ganada. Así, quien se ha sanado a sí mismo, con cada paso y cada intento renovado, vale mil veces más en este mundo atribulado, que aquel que permanece intacto, sin haberse encontrado. En la fragilidad reside una belleza oculta, en cada fractura, una lección que se asimila. Y aquel que se recompone, con voluntad y sin culpa, brilla con luz propia, como una estrella inmutable.